Rienzi escribió: Lun Mar 03, 2025 11:15 am
No estoy seguro de si realmente habrá un "gran reemplazo", pero a veces siento que, al paso que vamos, en unas pocas décadas los españoles podríamos encontrarnos como un pueblo sin un lugar al que llamar nuestro, dispersos por el mundo, buscando un hogar. Pienso en cómo, en condiciones normales, los padres siempre han querido dejar a sus hijos la tierra que heredaron de sus propios antepasados, un legado que lleva consigo historias, esfuerzos y amor. Sin embargo, en España, da la impresión de que ese legado podría estar deslizándose hacia otras manos. No sé si esto es algo positivo o negativo, y entiendo que cada quien puede verlo de manera distinta, pero me pesa en el corazón imaginar que las generaciones futuras —las vuestras, porque yo, por gracia o por destino, no tengo hijos ni los tendré— puedan quedar despojadas de esa tierra que respira la memoria de sus raíces. Hubo un tiempo en que perder algo así habría sido considerado un doloroso deshonor, una ruptura profunda entre lo que somos y lo que dejamos a quienes nos siguen.
Y en medio de esto, me siento perdido, atrapado entre dudas. Quisiera poder mirar este cambio con la misma esperanza que algunos, especialmente quienes desde la izquierda ven con optimismo que la población inmigrante pueda imponerse a la de origen español en el futuro. Intento comprender esa visión, de verdad, pero hay una parte de mí que no puede evitar sentir una tristeza honda, un nudo en el alma por esos españoles que vendrán después, que tal vez crezcan sin ese ancla que es la tierra de sus antepasados. Me duele imaginarlos como un pueblo sin raíces, flotando en un país que ya no les pertenece, como tantos otros que han tenido que despedirse de lo que alguna vez fue su hogar.
Quizás te falte algo de perspectiva histórica. Aquí en la península ibérica habitaron primero los homo antecessor y los neandertales, y fueron reemplazados por el homo sapiens; luego los pueblos mesolíticos y neolíticos autóctonos fueron reemplazados por los pueblos indoeuropeos (íberos, celtas, griegos) y semitas (fenicios, cartagineses); a continuación todos ellos fueron desplazados por los romanos, que a su vez fueron reemplazados por los suevos, vándalos, alanos y visigodos; luego vinieron los árabes, y finalmente los reinos cristianos de los que nació la España moderna.
La historia es un continuo reemplazo de unas poblaciones por otras, y son dinámicas naturales, no fruto de ninguna conspiración. En ocasiones la transición entre una población y otra puede resultar dura para aquella que sufre el reemplazo, pero poco puede hacer salvo darse cuenta de que le ha llegado su hora como también le tocará algún día a la nueva población ser reemplazada a su vez por otra, y así sucesivamente.
Y con esto no estoy diciendo que a la población española vaya a ser reemplazada. No creo que suceda tal cosa, al menos a corto o medio plazo, y de haber algún peligro en ese sentido no de provendrá de la inmigración islámica, la africana ni de ninguna otra, sino de la hispanoamericana, que es la que es realmente masiva en España.
Otra cosa que tengo tengo bastante clara es que la actual facilidad a la hora de viajar y emigrar, unida a las redes de telecomunicaciones globales, está generando un mundo mucho más mezclado que cualquiera que la humanidad haya conocido antes, y que ese fenómeno va a derribar culturas, idiomas y naciones. Más que un gran reemplazo, lo que habrá es una gran mezcla, y a muy largo plazo sin duda terminará apareciendo algún tipo de estructura política mundial y algún idioma común a todas las naciones, por mucho que éstas sigan manteniendo sus particularidades locales. ¿Ese cambio será positivo o negativo? Pues como todo en esta vida: tendrá sus ventajas y sus inconvenientes, ganaremos muchas cosas y perderemos otras muchas. Pero sucederá de forma natural e inevitable.
"Nuestra tarea es la crítica despiadada, y mucho más contra aparentes amigos que contra enemigos abiertos" (Karl Marx, 1850).
Hoy día importa más el quién que el qué, lo que se dice que lo que se hace, y quién lo dice que lo que se dice.