Exactamente. España no tiene una clase trabajadora unida, sino un puzle de grupos con intereses opuestos, lo que convierte al país en un laboratorio perfecto para la manipulación política. La izquierda vende la milonga de la "unidad obrera", pero la realidad es que el funcionario blindado aplaude las subidas de impuestos que estrangulan al autónomo, el fijo defiende su chiringuito mientras el temporal se pudre en la precariedad, y el inmigrante dispuesto a trabajar por miseria dinamita cualquier posibilidad de mejora salarial para el currante español.Fernandez escribió: Lun Feb 17, 2025 6:41 am España se ha convertido en un interesante experimento sociohistórico porque tiene una clase trabajadora rota.
Por una parte los funcionarios y por otra los trabajadores privados.
Por una parte los trabajadores formales y por otra los informales (cerca de 1/5).
Por una parte los trabajadores de origen nacional y por otra los migrantes.
Por una parte los trabajadores mayores de 40 y por otra los menores de 40.
Por una parte los contratados indefinidamente (que suelen coincidir con los formales, PERO NO SIEMPRE PORQUE EXISTEN LOS CONTRATOS TEMPORALES) y por otra los temporales.
La izquierda te dice que la pugna, la dialéctica de clases (tesis sociológica con la que concuerdo, al menos en su versión más estilizada, no en la grosería que te presentan personajes como Montero o Iglesias) se da entre «los trabajadores» y «los empresarios», y que los trabajadores tienen los mismos intereses de clase por lo cual un irregular debe coincidir con un trabajador temporal joven y ambos con un indefinido empleado en una universidad pública con todos los derechos vigentes.
Tócate los huevos.
A la hora de la verdad, para aumentar la formalidad habrá que flexibilizar el mercado laboral, y con ello habrá que suprimir «derechos», lo cual está en contra de los intereses de los contratados indefinidamente. Este es un ejemplo, pero como éste, hay muchos, por ejemplo los irregulares quieren trabajar donde sea con tal de obtener un ingreso, si con ello aceptan ser meseros (los hispanoamericanos) por 700 € las 12 horas diarias o recoger frutas en agosto a 41º en el campo andaluz por 150 € la semana, en mano y sin ningún tipo de derecho, en ambos casos vemos que el joven pierde su oportunidad de trabajar en un puesto digno, pero nada, habrá que aceptar que el joven Manuel de 28 años nacido en Albacete, de padres trabajadores, tiene los mismos intereses que Panchito centroamericano o Mohamed marroquí, claro.
La única forma de arreglar este desastre sería liberalizar el mercado laboral, eliminar las barreras artificiales que protegen a unos a costa de otros y devolverle al trabajador español su capacidad de negociar sin interferencias estatales ni mafias sindicales. Pero claro, eso significaría desmontar el cortijo de subvenciones, amiguetes y parásitos que llevan décadas viviendo del cuento.