La Conquista española del Oeste norteamericano
Publicado: Vie Jul 04, 2025 1:24 pm
Desde finales del siglo XVI y durante los siglos XVII y XVIII, la frontera norte del Virreinato de Nueva España era una difusa y extensísima franja que ocupaba buena parte de los actuales Estados Unidos de América, desde el Océano Atlántico hasta el Pacífico.
Estas tierras estaban habitadas por diferentes pueblos indios, muchas veces enfrentados entre sí. Para tratar de pacificar y colonizar toda esta inmensa superficie, el ejército español acometió la construcción de guarniciones, que se llamaron presidios y que se fueron asentando en las rutas, desde San Francisco en California, a San Agustín en Florida. El término presidio hoy es sinónimo de cárcel, pero en aquella época todavía tenía su significado original; pre-sedere, lugar donde aún no se ha establecido una comunidad.
Se asignaron dotaciones a estas fortalezas que se denominaron “soldados de presidio”, pero con el tiempo pasaron a llamarse “Dragones de Cuera”; Dragones porque era el más temible y respetado cuerpo de los ejércitos de entonces y de cuera ya que se cubrían con varias capas de cuero para impedir que las flechas de los indios les causaran daño. La guarnición de estos presidios era la encargada de la protección de los caminos y la defensa de los presidios y los asentamientos de colonos que las iban rodeando.
El de Dragones de Cuera era un cuerpo de caballería muy bien organizado y pertrechado, con suficiente armamento, munición y víveres para poder subsistir en las amplias y deshabitadas llanuras de América del Norte.
Los dragones estaban muy bien armados, además de la cuera y la adarga (escudo) como defensa, disponían de escopeta, pistola, lanza y espada (con la inscripción “No me saques sin razón. No me envaines sin honor”).
Eran hábiles jinetes y cada uno de ellos llevaba una reata de hasta 6 caballerías, que le permitían emprender largas persecuciones cuando los indios cometían algún asalto o secuestraban colonos; en esos casos se cambiaban de caballo sin tener que parar y abarcaban mucho territorio.
Con estas armas, equipamiento y habilidades a los indios les resultaban invencibles.
Los caballos que se iban agotando quedaban abandonados en la pradera, con el tiempo se asilvestraban y formaban manadas que campaban a sus anchas. Los lugareños empezaron a llamarles caballos mesteños (de mestizos); muchos años después con la llegada de ingleses la palabra derivó a Mustang.
Muy famoso en su tiempo fue el coronel de Dragones Juan bautista de Anza, cuyas gestas principales fueron que fundó la ciudad de San Francisco y venció a Cuerno Verde, caudillo de la tribu india de los comanches, cerca de la actual ciudad de Pueblo, allá por 1770, donde murió Cuerno Verde y muchos de sus guerreros. El coronel Anza recogió del campo de batalla el testuz de búfalo que llevaba el jefe comanche y lo envió a España, donde fue entregado al Rey Carlos III. Este lo hizo llegar como regalo al Papa Pío VI, quien lo recibió en 1780 en Roma y lo depositó en el Museo Vaticano, donde se encuentra actualmente.
El nuevo jefe comanche, Cueracapa, firmó la paz, que se denominó “la Paz de Anza”.
Tras esta y muchas otras escaramuzas de menor entidad, la zona se fue pacificando; valga como ejemplo que el vocablo “Texas” viene del vocablo taysha en el idioma de la tribu Caddo y su significado es “amigo” o “aliado”. Los indios, sin perder sus tradiciones ancestrales, se fueron adaptando a la cultura que le aportaban los españoles y mexicanos: muchos de ellos abrazaron la fe católica, adoptando nombres españoles (como el famoso indio Jerónimo), en la lengua que todos conocían y usaban en su mayoría.
Documentado por Manuel Barros Llorente
Estas tierras estaban habitadas por diferentes pueblos indios, muchas veces enfrentados entre sí. Para tratar de pacificar y colonizar toda esta inmensa superficie, el ejército español acometió la construcción de guarniciones, que se llamaron presidios y que se fueron asentando en las rutas, desde San Francisco en California, a San Agustín en Florida. El término presidio hoy es sinónimo de cárcel, pero en aquella época todavía tenía su significado original; pre-sedere, lugar donde aún no se ha establecido una comunidad.
Se asignaron dotaciones a estas fortalezas que se denominaron “soldados de presidio”, pero con el tiempo pasaron a llamarse “Dragones de Cuera”; Dragones porque era el más temible y respetado cuerpo de los ejércitos de entonces y de cuera ya que se cubrían con varias capas de cuero para impedir que las flechas de los indios les causaran daño. La guarnición de estos presidios era la encargada de la protección de los caminos y la defensa de los presidios y los asentamientos de colonos que las iban rodeando.
El de Dragones de Cuera era un cuerpo de caballería muy bien organizado y pertrechado, con suficiente armamento, munición y víveres para poder subsistir en las amplias y deshabitadas llanuras de América del Norte.
Los dragones estaban muy bien armados, además de la cuera y la adarga (escudo) como defensa, disponían de escopeta, pistola, lanza y espada (con la inscripción “No me saques sin razón. No me envaines sin honor”).
Eran hábiles jinetes y cada uno de ellos llevaba una reata de hasta 6 caballerías, que le permitían emprender largas persecuciones cuando los indios cometían algún asalto o secuestraban colonos; en esos casos se cambiaban de caballo sin tener que parar y abarcaban mucho territorio.
Con estas armas, equipamiento y habilidades a los indios les resultaban invencibles.
Los caballos que se iban agotando quedaban abandonados en la pradera, con el tiempo se asilvestraban y formaban manadas que campaban a sus anchas. Los lugareños empezaron a llamarles caballos mesteños (de mestizos); muchos años después con la llegada de ingleses la palabra derivó a Mustang.
Muy famoso en su tiempo fue el coronel de Dragones Juan bautista de Anza, cuyas gestas principales fueron que fundó la ciudad de San Francisco y venció a Cuerno Verde, caudillo de la tribu india de los comanches, cerca de la actual ciudad de Pueblo, allá por 1770, donde murió Cuerno Verde y muchos de sus guerreros. El coronel Anza recogió del campo de batalla el testuz de búfalo que llevaba el jefe comanche y lo envió a España, donde fue entregado al Rey Carlos III. Este lo hizo llegar como regalo al Papa Pío VI, quien lo recibió en 1780 en Roma y lo depositó en el Museo Vaticano, donde se encuentra actualmente.
El nuevo jefe comanche, Cueracapa, firmó la paz, que se denominó “la Paz de Anza”.
Tras esta y muchas otras escaramuzas de menor entidad, la zona se fue pacificando; valga como ejemplo que el vocablo “Texas” viene del vocablo taysha en el idioma de la tribu Caddo y su significado es “amigo” o “aliado”. Los indios, sin perder sus tradiciones ancestrales, se fueron adaptando a la cultura que le aportaban los españoles y mexicanos: muchos de ellos abrazaron la fe católica, adoptando nombres españoles (como el famoso indio Jerónimo), en la lengua que todos conocían y usaban en su mayoría.
Documentado por Manuel Barros Llorente