Fuga de votantes hacia Reform UK hunde a conservadores británicos y amenaza su hegemonía en la derecha
Publicado: Mié Oct 15, 2025 12:58 pm
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Un 32 % de sus votantes se ha pasado a Reform UK, atraídos por el discurso de Farage en inmigración y soberanía nacional
Hace unos días, el Partido Conservador británico, la formación política que durante más tiempo ha gobernado en Reino Unido, celebró en Manchester su congreso anual. Era, a la vez, una plataforma para anunciar nuevas medidas y cambios en la formación, y una oportunidad para ganar un espaldarazo en unas encuestas que cada vez les dan más la espalda, dañados por el auge sin precedentes de Reform UK y la falta de confianza en un partido que, desde que perdió de manera incontestable las elecciones hace poco más de un año, parece ir sin rumbo.
Kemi Badenoch, la líder de los conservadores, intentó ganarse la confianza de sus compañeros de partido y votantes con su medida estrella, la propuesta de abolir el impuesto de timbre sobre la compraventa de viviendas. Pero sin éxito. Días después de su discurso, una encuesta de YouGov para el periódico The Times sitúa al Partido Conservador en un 17 % de intención de voto, su nivel más bajo sostenido desde comienzos del verano.
La situación es tan grave, y la tendencia tan a la baja, que algunos sondeos empiezan a dibujar un escenario complicado para el futuro de los conservadores, superados por Reform UK y los laboristas, y amenazados por los Verdes y los liberal-demócratas. El desplome, además, coincide con un momento de profunda volatilidad del electorado británico, que parece haber dado la espalda a los dos grandes partidos tradicionales. Un escenario que no le es desconocido a Europa. Al otro lado del Canal de la Mancha, en Francia, se está produciendo una situación similar.
El escenario es especialmente dañino, pues significa que los conservadores no están aprovechando el también desplome de los laboristas de Keir Starmer, a quienes las encuestas les sitúan con un apoyo del 20 %, su cifra más baja desde que vencieron las elecciones. Por su parte, Reform UK, el partido de Nigel Farage, mantiene un sólido 27 %, después de haber rozado el 29 % a comienzos de septiembre. Los Verdes, impulsados por su nuevo líder Zack Polanski y un giro más abiertamente izquierdista, alcanzan un histórico 13 %, el doble del resultado obtenido en las urnas hace un año, y los liberal-demócratas, por su parte, se mantienen en el 16 %, aunque sin señales de crecimiento.
Por lo tanto, el gran derrotado de este nuevo tablero es, sin duda, el Partido Conservador. Según el análisis detallado de YouGov, solo el 60 % de quienes votaron tory en 2024 repetiría hoy su voto. Un 32 % se ha pasado ya a Reform UK, atraído por el discurso de Farage en inmigración y soberanía nacional, mientras que otro 6 % se inclina por los liberal-demócratas. La fuga de votantes hacia la derecha más radical preocupa tanto como la pérdida de credibilidad entre los votantes moderados, muchos de los cuales consideran que el partido «no ha cambiado nada» desde la derrota electoral.
El liderazgo de Badenoch, que algunos medios presentaron como un intento de rejuvenecer y modernizar la marca tory, no ha cuajado. Su valoración apenas ha mejorado desde la conferencia anual, pasando de un -41 a un -35 en índice de popularidad neta. Casi la mitad de los británicos declara tener una opinión negativa de los conservadores, y un 58 % afirma no saber quién debería liderarlos en el futuro. Por si fuese poco, varios líderes del pasado siguen proyectando su sombra, con el 15 % de los votantes afirmando que prefieren a Boris Johnson como líder, por delante de la propia Badenoch (11 %) y de figuras emergentes como Robert Jenrick (8 %).
Algunos diputados hablan abiertamente de una «crisis existencial» del partido, atrapado entre un electorado envejecido y el ascenso de un populismo nacional que ha colonizado su antiguo espacio. La incapacidad de ofrecer una alternativa clara al discurso antiinmigración de Reform UK o de conectar con las nuevas clases medias urbanas ha dejado a los tories en tierra de nadie. Demasiado blandos para los desencantados del Brexit y demasiado duros para los votantes centristas.
Tras catorce años en el poder, seguidos de una derrota histórica y una oposición sin proyecto reconocible, el partido parece haber perdido su razón de ser. El fantasma de la irrelevancia –esa palabra que en política británica equivale al fin de una era– comienza a rondar Downing Street, aunque ahora desde la acera de enfrente.
Un 32 % de sus votantes se ha pasado a Reform UK, atraídos por el discurso de Farage en inmigración y soberanía nacional
Hace unos días, el Partido Conservador británico, la formación política que durante más tiempo ha gobernado en Reino Unido, celebró en Manchester su congreso anual. Era, a la vez, una plataforma para anunciar nuevas medidas y cambios en la formación, y una oportunidad para ganar un espaldarazo en unas encuestas que cada vez les dan más la espalda, dañados por el auge sin precedentes de Reform UK y la falta de confianza en un partido que, desde que perdió de manera incontestable las elecciones hace poco más de un año, parece ir sin rumbo.
Kemi Badenoch, la líder de los conservadores, intentó ganarse la confianza de sus compañeros de partido y votantes con su medida estrella, la propuesta de abolir el impuesto de timbre sobre la compraventa de viviendas. Pero sin éxito. Días después de su discurso, una encuesta de YouGov para el periódico The Times sitúa al Partido Conservador en un 17 % de intención de voto, su nivel más bajo sostenido desde comienzos del verano.
La situación es tan grave, y la tendencia tan a la baja, que algunos sondeos empiezan a dibujar un escenario complicado para el futuro de los conservadores, superados por Reform UK y los laboristas, y amenazados por los Verdes y los liberal-demócratas. El desplome, además, coincide con un momento de profunda volatilidad del electorado británico, que parece haber dado la espalda a los dos grandes partidos tradicionales. Un escenario que no le es desconocido a Europa. Al otro lado del Canal de la Mancha, en Francia, se está produciendo una situación similar.
El escenario es especialmente dañino, pues significa que los conservadores no están aprovechando el también desplome de los laboristas de Keir Starmer, a quienes las encuestas les sitúan con un apoyo del 20 %, su cifra más baja desde que vencieron las elecciones. Por su parte, Reform UK, el partido de Nigel Farage, mantiene un sólido 27 %, después de haber rozado el 29 % a comienzos de septiembre. Los Verdes, impulsados por su nuevo líder Zack Polanski y un giro más abiertamente izquierdista, alcanzan un histórico 13 %, el doble del resultado obtenido en las urnas hace un año, y los liberal-demócratas, por su parte, se mantienen en el 16 %, aunque sin señales de crecimiento.
Por lo tanto, el gran derrotado de este nuevo tablero es, sin duda, el Partido Conservador. Según el análisis detallado de YouGov, solo el 60 % de quienes votaron tory en 2024 repetiría hoy su voto. Un 32 % se ha pasado ya a Reform UK, atraído por el discurso de Farage en inmigración y soberanía nacional, mientras que otro 6 % se inclina por los liberal-demócratas. La fuga de votantes hacia la derecha más radical preocupa tanto como la pérdida de credibilidad entre los votantes moderados, muchos de los cuales consideran que el partido «no ha cambiado nada» desde la derrota electoral.
El liderazgo de Badenoch, que algunos medios presentaron como un intento de rejuvenecer y modernizar la marca tory, no ha cuajado. Su valoración apenas ha mejorado desde la conferencia anual, pasando de un -41 a un -35 en índice de popularidad neta. Casi la mitad de los británicos declara tener una opinión negativa de los conservadores, y un 58 % afirma no saber quién debería liderarlos en el futuro. Por si fuese poco, varios líderes del pasado siguen proyectando su sombra, con el 15 % de los votantes afirmando que prefieren a Boris Johnson como líder, por delante de la propia Badenoch (11 %) y de figuras emergentes como Robert Jenrick (8 %).
Algunos diputados hablan abiertamente de una «crisis existencial» del partido, atrapado entre un electorado envejecido y el ascenso de un populismo nacional que ha colonizado su antiguo espacio. La incapacidad de ofrecer una alternativa clara al discurso antiinmigración de Reform UK o de conectar con las nuevas clases medias urbanas ha dejado a los tories en tierra de nadie. Demasiado blandos para los desencantados del Brexit y demasiado duros para los votantes centristas.
Tras catorce años en el poder, seguidos de una derrota histórica y una oposición sin proyecto reconocible, el partido parece haber perdido su razón de ser. El fantasma de la irrelevancia –esa palabra que en política británica equivale al fin de una era– comienza a rondar Downing Street, aunque ahora desde la acera de enfrente.