Por fin la RAE dice basta al lenguaje inclusivo. Se acabó la broma de los "todes", "niñes" y "miembras". Esta payasada pseudolingüística no busca igualdad, busca control mental. Es ingeniería social disfrazada de buenismo, promovida por niñatos woke estrogenados, profesoras frustradas de sociología y charos con cargo en chiringuitos subvencionados.
¿Quién habla así? Los mismos que justifican leyes como la del "sólo sí es sí" (que ha soltado a violadores), los mismos que ven racismo en todo y que quieren meterte en la cárcel por usar el masculino genérico, como se ha hecho toda la vida. Quieren destruir nuestra lengua para imponer su neolengua orwelliana. No es inclusión, es imposición.
El español es claro, rico, lógico... y no necesita ser retorcido para contentar a cuatro progres acomplejados. Ya está bien. La lengua no se manosea al gusto de las ideologías de turno. Esto no es un experimento de género, es el idioma de Cervantes, de Unamuno y de millones de hispanohablantes que no están dispuestos a arrodillarse ante la charocracia y este wokismo despreciable.
Si los progres quieren hablar como Teletubbies, adelante. Pero que dejen de tocarle las narices a la gente normal.
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