El problema no es que estemos usando categorías sociológicas en lugar de una "ciencia dura". El problema es que tú usas esas categorías sin precisar, sin definir, sin contrastar. Dices que hay "graduaciones" y "contraposiciones", pero luego etiquetas a Vox de ultraderecha sin pasar por ningún filtro riguroso más allá de tus impresiones personales o lo que se lee en los editoriales de 'Lo País'. Así es muy fácil jugar a sociólogo. Dices que "hay matices", pero al final etiquetas como te conviene y punto. Y cuando se te pide concreción, te refugias en que "esto no son ciencias exactas". Así cualquiera.Gallego escribió: Dom Nov 30, 2025 2:07 pm No te enteras. Estamos hablando de categorías sociológicas, no de una ciencia dura. las tendencias políticas muchas veces se definen por contraposición a otras, y en ellas no hay bancos y negros, hay graduaciones.
Pero hablarte de categorías a ti es una pérdida de tiempo.
Sí, lo has hecho. primero has dicho que critico a la ultraderecha y a la ulttraizquierda no. Y luego que no protesto contra los "partidos del sistema". Invenciones tuyas. Sigue así, vas bien...
Y sobre lo otro, no te hagas el sorprendido. Sí, te señalé que aplicas un rasero mucho más duro con Vox que con Podemos, y que con los partidos del consenso (PSOE, PP, etc.) te cuesta mucho más emplear términos como "ultra" o "peligroso", aunque hayan impulsado recortes, atropellos institucionales o políticas claramente ideológicas. Y eso es cierto. Si para ti eso es una "invención", perfecto. Pero lo que no puedes negar es que cada vez que se plantea una crítica estructural al sistema político actual, tú te apresuras a defender su centro como si fuera el último refugio de la civilización. Y lo haces, además, sin entrar nunca en el fondo de la cuestión. Tú puedes seguir hablando de "graduaciones" y "terceras olas", pero si no sabes definir los contornos de lo que señalas como extremo, lo único que estás haciendo es jugar con etiquetas como todo buen centrista domesticado. O sea, muy serio para hablar de fascismo, pero sorprendentemente laxo para juzgar a quienes realmente están en el poder.



